Pelamos los langostinos y reservamos las colas. 

En un cazo con 4 o 5 cucharadas de aceite ponemos las cabezas, las salamos y las vamos confitando a fuego suave durante unos minutos.

Hacemos las gírgolas a la plancha con una gota de aceite salpimentadas al gusto y reservamos.

En una cazuela ponemos el aceite de sofreír las cabezas (que tiene todo el gusto y el color de los langostinos), y freímos los ajos en láminas y las cayenas.

Cuando los ajos estén dorados apartamos la cazuela del fuego y ponemos una cucharadita de pimentón de la Vera y removemos con cuidado de que no se queme. Llevamos de nuevo la cazuela al fuego y añadimos las colas de los langostinos y apenas un minuto después las gírgolas que teníamos planchadas. 

Salteamos todo junto unos instantes, corregimos de sal si es necesario y servimos bien caliente.

Acompañamos con tostadas finas de pan untadas con ajo crudo, sal y un chorrito de aceite de oliva.